Me viene de familia

Me dice Mariluz, sin preparación ni anestesia que le recorto los pieses a mis fotografiados, puede que tenga razón. Pero hay una buena coartada genética para ello, además que la gente entra y sale de la cámara de aquella manera o uno aprieta el disparador a destiempo, como les digo mi tía y madrina que ya murió hace muchos años lo que nos cortaba a los altos eran las cabezas cual guillotinados en la revolución francesa -nosotros los españoles, éramos mas de garrote vil-, y saliamos recortados por el pescuezo. Siempre sin cabeza. No fallaba una. Eran los tiempos del carrete y tal. Nunca se le dió bien la fotografía, no era lo suyo, tenía otras virtudes, como cuando era pequeño, y me contaba cuentos para dormir -el de los tres cerditos era mi favorito-, mientras me acariciaba la cara con la corbata de mi tío, ¿no lo habési probado? ¡cualquiera tiene una corbata en casa!, ya me contaréis que tal, -eso es lo que hecho en falta a la hora del sueño-, ¡hay que ver lo que marca la infancia!, en fin que el don de la fotografía nunca fué con ella. Otros muchos sí.